Si no encuentras ni buscas
lo que tus ojos reclaman
y conservas
lo que no es solamente tuyo
podría decirse
que tu riqueza es ajena
que cada intensidad
-estrellas, flores, calecitas-
descansa en otro cuerpo o mente.
Por caso
el valor de un momento
que cae
y las leyes que lo rigen
el deseo, la mañana
el ruido de la pava
hace más cierta
esa realidad o riqueza
que reclama luz
la ventana de tu corazón.
Ceferino Lisboa
Pan Comido, 2001
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Banderas en tu corazón,
yo quiero verlas!
ondeando, luzca el sol o no…
Perfume al filo del dolor,
así, invisible
licor venéreo del amor
que está en las pieles,
sedas de sedas
que guarda nombres en tu corazón…
Juguetes Perdidos, Los Redondos.
De abajo para adelante
Montarás
ese infinito deseo
que cada día provoca
temblores, melodías
interrogantes
treparás entre sus brazos
gritando de hidalguía
contra el sigiloso silencio
que provoca distancia
así como estás
como te ves
como sos
saldrás a los días
soldado
del pueblo
del amor indudable.
Juan Manuel Stahli
Maquinita de poesía, Grupo Pan Comido, 2006.
Foto: Leo Luna
Dos niños que se miran,
interrumpen el mundo.
Jorge Boccanera, de Poemas del tamaño de una naranja.
Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,!
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello.
Juan Gelman.
Carta de un desocupado, de «Violín y otras cuestiones».